Las bayas de Goji

No es por ser cenizo ni porque me guste publicar todas las mentiras que voy encontrando, pero es que hasta me ha hecho gracia leer la noticia esta. Y en verdad, incluso en mi familia se consumen bayas de Goji, aunque no por su color rojizo o su sabor, sino por el tema de las propiedades "milagrosas" que tienen, a ellos les digo ahora lo mismo que a los partidarios y fans de las pulseritas de silicona... ingenuos!!

Resulta que son procedentes del Tíbet y sus propiedades casi mágicas nos aseguran salud y longevidad. La nueva leyenda urbana nos hace creer que el Goji es un arbusto que crece en los valles del Himalaya, a unos 4.000 metros de altitud. También que sus frutos son el secreto de los Hunzas, conocidos por ser el pueblo más sano y feliz de la Tierra, cuyos ancianos llegan fácilmente a la edad de 130 años.



Aunque la realidad es muy diferente, a 4.000 metros de altura la vegetación es casi totalmente herbácea, incluso en el Himalaya, impropia para mantener los inmensos cultivos de bayas rojas. Además, la planta no tiene nada de silvestre, ni siquiera es autóctona. Es de origen mediterráneo, pariente de los tomates, pimientos y berejenas, pertenece a la familia de las Solanáceas y son primas hermanas del cambrón (Lycium europaeum), ese arbusto espinoso común en las montañas de Almería, Murcia y Alicante.

El Goji se cultiva en extensas plantaciones localizadas en el norte de China, especialmente en las fértiles tierras del río Amarillo. No son por tanto ni del Himalaya ni salvajes, y ni siquiera proceden de agricultura biológica.

¿Qué hay de sus efectos medicinales? La supuesta lista de propiedades es inmensa, desde reducir el colesterol hasta ser un infalible afrodisíaco. Pero como ha explicado el director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada, Emilio Martínez de Victoria, las bayas de Goji no tienen ninguna propiedad beneficiosa probada en estudios científicos extensos de intervención clínica en humanos. Contienen los mismos nutrientes que las frutas y las verduras tradicionales, salvo ese importante efecto placebo que le añaden los nuevos pícaros y propagan los ingenuos.

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